Vistas de página en total

domingo, 24 de enero de 2016


Yo sobreviví a abusos sexuales en la infancia.

Contar la verdad.



Escribía Viktor Frankl, superviviente de un campo de concentración:

 “ Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.”


Yo no puedo cambiar esta situación. He vivido, lo que he vivido y es necesario recordarlo, por mí y por otros, por los que todavía no lo han sufrido y a los que todavía podemos proteger; por los que lo padecen, a los que conocemos y ni lo sospechamos; y para los que ya lo hemos padecido y seguimos vivos, con distintas y variadas repercusiones en nuestras vidas y por todos aquellos a los que podemos ayudar en la medida que sea.

Yo necesito recordarlo y necesito contarlo.

Porque he sobrevivido, estoy viva, pese a que tenía muchas posibilidades de no estarlo.

Porque si hubiese perdido a mi familia en un accidente de tráfico y ellos hubiesen muerto, algunos de mis amigos y también algunos de aquellos que me aprecian, me apoyarían y entenderían mi dolor y me ayudarían. Pero como les he perdido de otra manera; por otros motivos - también causados por un ser humano- ; como no ha sido de golpe, fue hace mucho tiempo, pero es desde hace pocos años que yo soy consciente de todo, aunque los efectos de los abusos sexuales en la infancia (llamados abreviadamente ASI) han estado presentes en toda mi vida y en la de mi familia y entorno más cercano; no han sido públicos, sino a escondidas, en secreto, que es como estas cosas pueden prosperar; es ahora que puedo, ahora que soy una mujer adulta y que he decidido qué hacer: alejarme de ellos, mi familia, para conservar mi propia y vapuleada, pero persistente salud mental y dañada autoestima y atreverme a contarlo, a hacerlo público para que deje de ser un secreto vergonzante para mi que no tuve culpa, como ningún niño o niña la tiene jamás de algo así, que lo hago, que lo cuento, de este modo, porque no se me ocurre en este momento otro mejor para hacerlo público.


Y porque necesito además de contar la verdad de lo que ha sido y sigue siendo mi vida; no se puede construir una vida sana sobre mentiras y falsedades, sobre engaños, miedo continuo y dolor y quienes han padecido violencia de cualquier tipo lo saben; además de eso necesito pedir ayuda, bien alto y claro:¡ AYUDADME, POR FAVOR! Ayudadme por favor, porque  me siento sola, porque no tengo a nadie que se entere sino salgo de casa en tres días y me quedo en la cama porque no puedo con mi alma (salvo en el trabajo, cuando lo tengo). Ayudadme por favor con respeto y consideración, si podéis y queréis porque me siento desconectada del mundo, porque siento que si bien tengo gente que me valora, no hay nadie que esté ahí por si algo grave me ocurre, como me ocurre. Nadie que me llame de vez en cuando para preguntar sinceramente: “Elena, ¿Cómo estás?” y que tenga diez minutos para escuchar, que no simplemente oír, la respuesta y que esta le interese de verdad. 
Sólo eso sería una forma de ayudarme que agradecería enormemente.

Sé que todos tenemos nuestros problemas y obligaciones, trabajo (los afortunados),   carencias, miedos, dolores, enfermedades, cosas que hacer, compromisos que cumplir, asuntos y personas a las que atender y limitaciones...  

Sé que me encontraré quien me ignore, me retire la palabra, me tache de loca, mentirosa, trastornada y cosas peores. Pero no hay marcha atrás. Esta es la vida que me ha tocado vivir y eso voy a hacer porque estoy viva. Elena Sánchez. Albacete, a veinticuatro de enero de dos mil dieciséis. Ya no podía aguantar ni un minuto más con esto solo para mi.

Ni una mentira más.
⊰⊱